Diálogos sobre la diabetes

Conozca a Kassandra: 10 años de prosperidad con diabetes tipo 1

Updated on
A young woman in a blue dress smiles while sitting on a stool.
twitterfacebooklinkedin

Tenía solo ocho años cuando mi mundo cambió para siempre. Lo que empezó como días de confusión, agotamiento y preguntas sin respuesta se convirtió en una lucha por mi vida. Durante demasiado tiempo, nadie supo explicarme por qué me sentía tan mal, por qué mi cuerpo dejaba de funcionar. Para cuando los médicos finalmente descubrieron la verdad, estaba al borde de un estado irreversible de cetoacidosis diabética. Ese diagnóstico, diabetes tipo 1, junto con la enfermedad celíaca, no solo cambió mi vida. La salvó.

Recuerdo con más intensidad los pequeños desengaños. Como el día que mi madre tuvo que explicarme por qué no podía comer pastel en la fiesta de cumpleaños de mi mejor amiga. A los ocho años, aquello fue como el fin del mundo. ¡Para mi familia, también fue un cambio radical! De repente, tuvimos que reaprender todo lo que sabíamos. Yo era la única con diabetes tipo 1 en mi familia, y cada comida, cada rutina, cada plan, tuvieron que reestructurarse.

Pero esto es lo que me enorgullece: Sobreviví. Y no solo sobreviví... ¡prosperé! En noviembre de 2025, ¡celebraba 10 años viviendo con diabetes tipo 1 y celiaquía! 10 años desmintiendo las dudas, los estereotipos y los límites que la gente intentaba imponerme. 10 años de despertar cada día con gratitud por seguir teniendo mi visión, mi fuerza, mis dedos y mi capacidad de vivir la vida al máximo.

La danza ha sido mi santuario. En el escenario, no tengo límites. Cada ritmo, cada movimiento, cada actuación demuestra que esta discapacidad no es una debilidad, sino mi superpoder. He enfrentado obstáculos, pero también he desarrollado resiliencia. He tenido gente que ha dudado de mí, pero he convertido sus dudas en combustible.


Mi misión ahora es más grande que yo misma. Quiero ayudar a otras personas como yo, mostrarles que su diagnóstico no las define, sino que las empodera. Quiero educar a quienes conocen a alguien como yo, para que comprendan la fuerza que se necesita para vivir esta vida.

Hace 10 años, podría haberlo perdido todo. Hoy, estoy aquí bendecida, agradecida e imparable. Mi historia no terminó, comenzó. Y seguiré escribiéndola, un baile, un desafío, una victoria a la vez.